
Algunas participantes al curso de facilitación 2017 en Madrid
Hace dos semanas, con el final del octavo modulo, se ha concluido el curso básico de facilitación organizado por Altekio en Madrid. Quiero escribir sobre ello porque ha sido un curso diferente a los que había vivido hasta la fecha. Han sido seis meses de inmersión en apnea en el mundo de la facilitación; una inmersión en la cual en cada metro había algo nuevo que te empujaba a sumergirte aún más tanto dentro de ti como hacia fuera. Y lo mejor de todo, a diferencia de las inmersiones en apnea en el mar, esta ha sido una inmersión grupal, de la cual hemos emergido otra vez todas juntas, pero de forma muy diferente a cuando habíamos empezado hace seis meses. De hecho, en este recorrido comunitario, hemos descubierto y compartido enseñanzas muy valiosas y lo hemos hecho juntas, como un grupo. Por esto el curso ha demostrado ser especial porque, además de aportar conocimiento sobre aspectos teóricos de la facilitacion, ha obligado a todas las participantes a mirarse, aunque sea un poco, dentro de si mismo y a quitarse algunas de las mascaras que todas solemos llevar. Esto ha contribuido ha estrechar relaciones muy fuertes entre nosotras participantes y a crecer como grupo y no simplemente como un conjunto de personas que se reúnen para aprender.
En cuanto a mi, el curso ha revolucionado la forma en el que veía la facilitación hasta ahora. En mi cabeza, antes de hacer el curso, facilitar a un grupo de personas significaba simplemente construir dinámicas y metodologías que ayudaran al grupo a llegar a su objetivo. Después del curso he entendido que la facilitación es también eso pero es mucho más. Facilitar a grupos requiere una serie de habilidades proprias de personas sabias y conscientes. Es necesario conocerse a uno mismo, saber gestionar las proprias emociones y tener especial sensibilidad a lo que está ocurriendo en el grupo. Para hacerlo hay que saber que en los grupos las personas tienen rangos y poderes diferentes y que existen roles que las personas ocupan de forma más o menos consciente. También es importante saber gestionar los conflictos que surgen e incluso estar abierto a ello para poder construir soluciones creativas. A veces, la sensación que hemos tenido a lo largo del curso, es que los elementos que hay que tener en cuenta a la hora de facilitar sean demasiados . Sin embargo, creo que es posible ver el arte de la facilitación como un proceso en el cual, cada vez que estamos con un grupo, tenemos la posibilidad de reforzar nuestras habilidades y crecer como profesionales en este sector.
De todas las habilidades que hemos visto, la que más ha llamado mi atención es la conciencia. El concepto de conciencia ha vuelto una y otra vez a lo largo del curso y esto ha reforzado la idea que la facilitación sea un arte afín a mi persona. Esto porque la conciencia es una habilidad que ya he desarrollado a lo largo de estos últimos años en mi trabajo de auto-conocimiento personal. Ser consciente significa simplemente prestar atención a lo que ocurre dentro y fuera de ti sin juzgarlo. Es fundamental para acoger lo que pasa tanto internamente como externamente y finalmente aceptarlo. Entrenar la conciencia permite crecer en aceptación, significa saber convivir tanto con las emociones agradables como con aquellas desagradables y saber percibir y sentir la energía grupal. Es el primer paso para poder actuar como facilitadora a un nivel más presente, sin dejarse llevar por las respuestas automáticas que hemos elaborado a lo largo de nuestra vida.
El curso ha sido fundamental porque nos ha mostrado la vía a seguir si queremos crecer como facilitadoras. El trabajo de crecimiento personal es tan importante o más que cualquier técnica de facilitación. Una persona mas presente y que sabe aceptar y celebrar tanto sus cualidades como sus defectos está en el camino correcto para ser una buena facilitadora.

Curso de facilitación 2017 en Madrid